En el marco del 12º Encuentro Internacional de Educación Infantil entrevistamos a Patricia Sarlé, una referente internacional sobre temas vinculados al juego infantil. Sarlé es Doctora en Educación por la Universidad de Buenos Aires, además de formadora de educación preescolar. En sus análisis, plantea que el adulto es quien debe proponer el juego, pero también ser un atento observador del mismo. Además, habla del juego como contenido cultural y simbólico en el mundo de los niños.
FA: ¿Qué se necesita para que el juego comience? ¿Sólo basta apretar un botón?
PS: Si bien es cierto que para generar juego solo basta un botón, se necesita más bien que alguien ayude a pensar a qué jugar. El problema es que si no se propone el juego, no sabemos a qué jugar.
FA: ¿Y qué pasa en la escuela en relación al juego?
PS: En la escuela, las cosas pasan tan rápido, y en general están mediadas por el adulto que las propone, que si el adulto no propone el juego, el juego aparece (solamente) como iniciativa del niño en los momentos en que tiene margen. Entonces, la escuela tiene un lugar fundamental a la hora de poner en valor juegos que a los niños, espontáneamente, no se les ocurren. O no se les ocurrirían.
FA: ¿Qué valor tiene el juego en el mundo infantil?
PS: El juego tiene una particularidad, y es que es el modo en que los niños comienzan a expresar el mundo simbólico. El juego tendría que tener, en la escuela, un lugar preponderante. Por un lado, porque me permitiría ver cuáles son los intereses y necesidades de los niños. Y por otro (podemos percibir) cómo va elaborando el mundo social, el encuentro con los otros. Y, también, cómo va combinando aquellos aspectos que son propios del mundo de la realidad con ese aporte que el niño hace a través de su imaginación. En definitiva, el juego me habla del niño. Y si estamos buscando que lo central en la escuela sea el niño, habría que observar su juego y animarlo a jugar.
FA: El juego… ¿Es un contenido o es una herramienta en la enseñanza?
PS: El juego es un contenido de valor cultural, porque promueve el desarrollo integral del niño. Entonces, como contenido la escuela no puede ser ajena a enseñar el juego. A enseñar a jugar, a contemplar el hecho de jugar. Para la escuela, el juego es un potente medio para enseñar, es un recurso para poder hacer permeables ciertos contenidos. Y eso está fantástico, mientras que la escuela no piense que sólo utilizándolo como recurso ya validó el deber que tiene de promover el juego como derecho del niño. El juego es un patrimonio cultural intangible, y la realidad es que la escuela, como espacio cultural para la primera infancia, tiene que poder darle lugar al jugar.
FA: ¿Y qué rol le cabe al docente en relación al juego?
PS: El docente es parte del juego y es promotor del juego. Y es observador del juego. Si quiero que los niños aprendan a jugar, tengo que ser parte del juego. A veces, simplemente diseñando un circuito en el patio, o enseñando un trabalenguas, o iniciando un veo- veo, damos lugar a cosas que los chicos por sí solos no iniciarían. Pero además, el docente es observador del juego, y esto es súper importante, porque a veces el maestro no se conmueve. Y seguramente es porque no sabemos observar. El maestro participa, promueve, pero también se conmueve. Y cuando se conmueve, aprende de ese momento rico de la infancia que es el jugar con otros.
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