El juego infantil es un componente esencial en el desarrollo y formación de los niños y niñas, un eje central en la construcción de identidad y valores en la infancia. Muchas veces se cree que para lograr ese juego tiene que mediar un juguete cuando en realidad lo que más importa es la experiencia que se desarrolle en esa situación.
Esteban Levin, psicoanalista y profesor de Educación Física, ofrece una perspectiva que subraya cómo el juego no solo es un elemento en la niñez, sino que es la “experiencia de ser niño”.
Las especialistas Daniela Pelegrinelli y Dolores Delucchi, en un artículo publicado por LatinLab, respaldan esta perspectiva, instando a centrarse en la “experiencia lúdica” en lugar de los juguetes en sí. Su enfoque sugiere que la “versatilidad” del juego y su capacidad para “explorar un modelo de sociedad plural” son factores clave. También resaltan que los adultos deben considerar las “necesidades y preferencias” de las infancias al seleccionar actividades lúdicas.
Miguel Ángel Roldán, ludoeducador de renombre, recalca que el juego va más allá de la diversión y es un “derecho” inherente a todos los niños y niñas. Para él, el juego no solo forja conexiones sociales y transmite cultura, sino que también establece cimientos para habilidades fundamentales como “trabajar en equipo, pensamiento estratégico y capacidad de tomar decisiones”. Roldán destaca que el juego no debe estar confinado al hogar, sino que debe integrarse en la educación y en la comunidad para un desarrollo integral.
Identidad
El juego no solo enriquece la identidad individual de cada persona en la niñez, sino que también contribuye a la formación de ciudadanos comprometidos y creativos, dispuestos a enfrentar los desafíos del futuro con habilidades y valores arraigados en la “experiencia lúdica”. “Las capacidades que desarrolla permanecen y son utilizadas en la vida cotidiana. Jugando se aprende a ganar, a perder, a establecer acuerdos, diseñar estrategias, se trabaja lo ético y lo estético, como en la vida”, resalta Miguel Ángel Roldán.
Para el especialista el juego es un derecho, y además, cuando un chico juega, pone en ejercicio otros derechos: los niños y niñas “tienes derecho a ser creativos, a divertirse, a ser tenidos en cuenta, a recibir una caricia, a aprender del error y a saber qué es un límite”.
Tipos de juegos
El juego puede ser de socialización, de planeamiento, otros comprometen todo el cuerpo, como la rayuela. La clasificación depende del objetivo y la intencionalidad con la que se use, por ello también hay que ofrecer variedad para que todos los niños y niñas puedan conocer y descubrir en cuál se sienten más cómodos y en cuál necesitan practicar más.
Para esto la persona adulta debe asumir el rol de diseñar, construir, crear diferentes espacios lúdicos, ser “facilitadora del juego. Roldán destaca que si la persona adulta no tiene incorporado los conceptos de juego, jugar, juegoteca, pedagogía lúdica ni la metodología para llevar adelante y sostener un espacio para el jugar, se tiene que formar para poder justificar, planificar y convertirse en facilitador.
El adulto tiene que poder diferenciar cuándo utiliza el juego para trabajar un contenido y cuándo planifica espacios para el juego: “Esto exige a los profesionales de la educación planificar con intencionalidad estos espacios. El jugar en la escuela tiene que ser diferente al de la casa, al del barrio, aunque a veces sean los mismos juegos”. +
Para más información sobre el juego, su historia y los debates actuales, pueden descargar el Diccionario Vivo de la Niñez de Fundación Arcor: https://fundacionarcor.org/wp-content/uploads/2022/10/Diccionario-Vivo-de-la-Ninez.pdf