“Mayores posibilidades de conocer la individualidad de los alumnos”, “revalorización del rol docente”, “una escuela más conectada con la vida real”, “nuevas prácticas de enseñanza”, “incorporación de la tecnología”, “mejor relación familia escuela” y la “oportunidad de ver a los alumnos en el desarrollo de sus potencialidades únicas”. Es una breve síntesis de algunos de los cambios emergentes de la situación de “anormalidad” que atraviesa el sistema educativo en Argentina que destacaron tres inspectores de nivel primario, a quienes invitamos a conversar de manera virtual.
Los participantes fueron Marcela Lucchesi (San Pedro, Buenos Aires), Oscar Díaz (Arroyito, Córdoba) y Félix Correa (Villa del Totoral, Córdoba), con quienes intentamos repasar algunos de los principales desafíos y oportunidades que esta crisis está dejando al descubierto.
Fundación Arcor: ¿Qué ha dejado en descubierto este contexto?
Félix Correa: Esto puso en evidencia desigualdades que ya existían. Más allá de los problemas vinculados a la conectividad, nos encontramos con familias que, por distintos motivos, ni siquiera podían acompañar en el proceso educativo a sus hijos.
Oscar Díaz. A mi me gusta decir que estamos en un proceso en el que emergencia, compromiso y espera juegan un papel igual de importante. “Pero también es una oportunidad que nos abrazó de golpe. Las escuelas se convirtieron en un laboratorio donde tuvimos que experimentar.
Marcela Lucchesi: Podríamos decir que, de alguna manera, la escuela equipara. Los chicos llegan allí y son todos “iguales”. Pero ahora, con las clases virtuales, hemos comenzado a ver, y vivir de alguna manera, las realidades de cada uno de los alumnos.
Fundación Arcor: Ahora que ya hemos transcurrido buena parte del año en esta crisis… ¿Cuáles serían los principales desafíos que nos plantea este 2020?
Félix Correa: Lo primero, es que hay un ciclo lectivo que no termina en 2020, sobre todo para quienes cambian de ciclo. Y también, que hoy estamos en un proceso de evaluación formativa en la que se contempla no solo lo que se aprendió hoy, sino también lo que se puede seguir aprendiendo mañana.
Oscar Díaz: Tenemos toda una cultura de valoración cuantitativa, pero nos hemos visto obligados a cambiar. Hoy estamos viviendo la evaluación como un proceso a largo plazo, lo que necesariamente nos lleva a pensar en la integración de saberes a largo plazo. Y me gustaría introducir otro aspecto novedoso: la coevaluación y la auto-evaluación. Hoy, la mirada del docente pasa a ser una mirada más entre otras. La valoración de resultados se hace colectivamente, como una práctica democrática que fomenta la participación.
Marcela Lucchesi: Coincido. La mirada antes estaba sobre la acreditación de saberes, y hoy podemos ir dando cuenta de los avances reales de cada alumno. Y creo que además tenemos dos desafíos por delante. Por un lado, enfrentar las desigualdades que se han puesto de manifiesto, pensando en el acceso a la conectividad y a la educación en sí. Y además, pensar la figura del docente como mediador de saberes, que quizás ahora se encuentra en hogares que no tienen las condiciones necesarias para acompañar el proceso educativo. Debemos pensar de nuevo qué es enseñar a leer y escribir, porque este contexto nos demanda un alumno más crítico.
Fundación Arcor: ¿Consideran que los cambios llegaron para quedarse?
Marcela Lucchesi. Seguramente esto va a dejar cambios, como ya pasó en pandemias anteriores, aunque nosotros no las vivimos directamente. Creo que todos tenemos la idea rondándonos de que “todo va a ser como antes” porque nos cuesta imaginar las nuevas formas, pero es indudable que cambios va a haber. Toda la gramática escolar se ha visto sacudida. Cambió completamente la escena de la maestra reunida en un aula con sus alumnos, con sus guardapolvos y útiles. Pero si pienso en lo que se ha logrado hasta ahora, lo veo de forma optimista.
Felix Correa: El cambio es total, no podemos dar marcha atrás. Creo que hasta la currícula va a sufrir cambios después de todo esto. Estamos promoviendo el desarrollo de la capacidad de escucha. Yo creo, por ejemplo, que los docentes van a seguir haciendo videollamadas con las familias. Antes a veces era difícil lograr ese acercamiento, por las dificultades de traslados, permisos de trabajo, etc. Esa posibilidad ahora ya es una realidad.
Oscar Díaz: El sistema educativo hace años viene proponiendo cambios, capacitaciones sobre el uso de las nuevas tecnologías en el aula, por ejemplo. De pronto, la pandemia nos hizo adoptarlas y mejorar. Hoy tenemos verdaderas intervenciones creativas y productivas. Ya no solo consumimos determinados contenidos, sino que nos volvimos productores. Y por supuesto, surgen nuevos cuestionamientos a nuestras prácticas docentes. Creo que el análisis que se viene va a ser muy interesante.
Marcela Lucchesi: Creo que hay cosas sobre las que ya no se puede volver atrás, sencillamente porque los alumnos no van a volver atrás. Vamos a tener que readaptarnos, pensando en trabajo en equipo y en equipos de trabajo. Además, todo esto ha implicado un viraje sobre el lugar que los niños ocupan en el proceso educativo. Hoy son activos, deciden, toman posición, y tenemos que considerar esas necesidades.
Félix Correa: Esto también nos ha hecho revisar algunos conceptos. Hoy el ojo del docente está puesto en las potencialidades del alumno para mejorar y comprendemos que inclusión es mucho más que contemplar determinadas discapacidades. Hoy inclusión pasa por la capacidad de comprender las realidades y posibilidades de cada alumno.
Fundación Arcor: ¿Por ejemplo?
Marcela Lucchesi: En una de nuestras escuelas tuvimos el caso de una niña que no quería vincularse a través del Whatsapp. Era una nena de primer grado y que aún desconocía el “oficio” de ser alumna de primaria. No había manera. Finalmente, la escuela detectó que para recuperarla el interlocutor era el profesor de arte, que articuló tareas que reconocía de su paso por el jardín y entonces hubo una incorporación de la escuela primaria. En una de las interacciones, la nena terminó diciendo que no quería “esta señorita de papel”, en alusión al cuadernillo de tareas. El formato de la escuela primaria (lo que la nena expresa como “seño de papel”) es distinto del de jardín y a la vez no hubo tiempo de crear un vínculo afectivo que reconociera a su señorita más allá de las tareas que le enviaba.Impresionante. Claramente, lo que estaba demandando esa niña era el vínculo afectivo con su docente.
Oscar Díaz: Nosotros tuvimos el caso de una familia, dos hermanitos, en primer y tercer grado, ambos sin saber leer ni escribir. Cuando la docente hace el acercamiento con la familia, detecta que todas las comunicaciones por Whatsapp eran por notas de voz, porque el padre también era analfabeto. Luego de la intervención, hoy tenemos toda una familia que se está alfabetizando al mismo tiempo. Y también pudimos poner en cuestión cierto estigma, vinculado a decir simplemente que “la familia no colabora”. También hay experiencias muy interesantes de relacionamiento interinstitucional. Por ejemplo, un proyecto de educación ambiental en la localidad de Tránsito ha logrado traspasar las fronteras de la escuela y hoy tenemos a toda una comunidad hablando de lo mismo, sintiéndose parte.
Félix Correa: A mí me viene a la mente el caso de la localidad de Sinsacate, donde la escuela se puso como objetivo que la totalidad de los alumnos pudieran utilizar herramientas como google Classroom o Meet. Y entonces desde la Municipalidad se trabajó para que todos los barrios tuvieran acceso a la conectividad. O también un caso de huerta escolar, que de pronto se transformó en un proyecto de “huertas en cada casa”, con la colaboración del INTA en capacitación y entrega de semillas.
Fundación Arcor: ¿Vislumbran otros aspectos que podrían parecer menos evidentes, pero significativos?
Oscar Díaz: También hay una transformación de sentido. El contenido es utilizado como un dispositivo que permite el desarrollo de otras habilidades. Y entonces, el estudiante puede ver la relación de esos contenidos con su vida cotidiana.
Félix Correa: Sí, es importante esto. Todos los docentes, en mayor o menor medida, han incorporado a sus clases elementos de la vida cotidiana: recetas, utensilios, hasta muebles y objetos de las distintas habitaciones de la casa. Entonces, el alumno hace la relación muy fácilmente con su propia realidad.
Marcela Lucchesi: Los alumnos pueden preguntarse y responderse por qué y para qué voy a la escuela.
Fundación Arcor: ¿Creen que, como algunos especialistas están alertando, veremos un incremento de las tasas de deserción escolar?
Oscar Díaz: Aún estamos en una situación de espera, y es pronto para saberlo. Pero sí es conveniente ir trazando planes de acción. Por eso es tan clave el vínculo que generemos con las familias.
NdeR: Los tres inspectores destacaron que el índice de desconexión (alumnos que han perdido totalmente el contacto con la escuela) es inferior al 5%.