En el marco del 17° Encuentro Internacional de Educación Infantil de Omep, la especialista en educación Gabriela Fairstein habló sobre el taller “Intervenciones Docentes con Bebés, Niños y Niñas, Ética, Sabiduría y Ternura” que dio en el congreso.
Gabriela Fairstein es exvicepresidenta de la Organización Mundial para la Educación Preescolar (Omep) Argentina, asesora honoraria de la Presidencia Mundial de Omep y profesora e investigadora de la Universidad de Buenos Aires y Flacso.
Fairstein es autora del libro Educación y Cuidado en la Primera Infancia, junto a otras tres autoras que fue publicado por la editorial Paidós.
Para la especialista la educación en la primera infancia requiere de un abordaje específico y detalla los conceptos y herramientas necesarias para esta etapa.
-¿En qué conceptos se fundamenta la intervención docente en la etapa temprana de niños y niñas, desde bebés y hasta los tres años?
-Las intervenciones están basadas en estas tres cuestiones, la ética, la sabiduría y la ternura: Cuando decimos sabiduría nos referimos a algo que tiene que ver con la formación, pero también tiene que ver con la experiencia. La ternura tiene que ver con el amor, pero no con el amor en el sentido de “cuánto los quiero o no los quiero”, sino que es una ternura profesional, una ternura entendida como una acción subjetivante. El amor, la ternura está encarada de un lugar profesional, es este trato amoroso por parte de quien cuida y educa a un bebé o a un niño pequeño o pequeña. La ética tiene que ver con el reconocer que nuestras intervenciones como profesionales van a producir un efecto subjetivante, van a producir un efecto en la construcción de la personalidad, del psiquismo de ese bebé y también a su familia.
-¿Cómo se articula el trabajo con las familias en la educación de la primera infancia?
En esta etapa, el niño o la niña no se puede separar de su familia. Aunque existe una separación física entre el bebé y sus cuidadores al nacer. De hecho, al nacer hay una separación física de la gestante pero no psíquica. Por lo tanto, las emociones de los niños están profundamente ligadas a las de su entorno familiar. Esto hace que la intervención educativa no se pueda realizar de manera aislada, sino que debe ser en conjunto con la familia.
A diferencia de otros niveles educativos, donde puede haber una distinción más clara entre el rol de la institución y el de la crianza, en la primera infancia, estas dos áreas se superponen. Es responsabilidad de la institución educativa gestionar esta relación conjunta con las familias, ya que somos quienes tenemos la experiencia y el conocimiento para hacerlo de manera adecuada.
-¿De qué manera se rompen con los modelos pedagógicos tradicionales en este nivel educativo?
–Una de las claves está en que la observación adquiere una relevancia mayor que la transmisión de contenidos. En este nivel, las herramientas que utilizamos para educar incluyen la palabra, los gestos y los silencios, que juegan un rol muy importante. La escucha y la observación son actos profesionales. Por ejemplo, en lugar de actuar de memoria o de manera rutinaria, la observación nos permite reflexionar sobre cada intervención y adecuarla a las necesidades de cada niño o niña.
-Sabemos que trabajaste junto a un equipo de especialistas y que recientemente publicaron un libro sobre este tema. ¿Qué nos puedes contar sobre eso?
–Sí, junto con Mercedes Mayol Lasalle publicamos el libro Educación y Cuidado en la Primera Infancia con la editorial Paidós. Este libro recoge nuestra experiencia en OMEP y aborda muchas de las temáticas que vamos a tratar en el taller. Durante la actividad, trabajamos con pequeños fragmentos del libro que ya hemos seleccionado, para que las participantes puedan profundizar en estos conceptos.
-¿Qué mensaje final te gustaría compartir con quienes trabajan en la educación de la primera infancia?
–Mi mensaje sería que en esta etapa de la vida, las educadoras y educadores tenemos la gran responsabilidad de cuidar desde el amor, la ternura y la profesionalidad. Es un trabajo artesanal que requiere un profundo compromiso ético y una mirada atenta y respetuosa hacia cada niño y niña. Es fundamental que sigamos formándonos y reflexionando sobre nuestras prácticas para ofrecer siempre lo mejor a la infancia.