Introducción Las niñas y los niños pequeños son personas activas, vi-vaces, curiosas y llenas de preguntas e hipótesis sobre las relaciones sociales, la economía, la tecnológica, los astros, la naturaleza, la vida y la muerte, el pasado y el futuro… Los adultos y los educadores que nos relacio-namos con ellas y ellos somos quienes debemos tener una “oreja verde “, como decía el poeta Gianni Rodari, esa oreja queda de tiempos de niño y que sabe interpretar voces que los mayores no llegan a escuchar: la voz del árbol, de la piedra en el suelo, del arroyo, del pájaro, de la nube en el cielo… En el año 2012, una maestra rural correntina con “oreja verde” escuchó la pregunta de uno de sus alumnos de cinco años “¿por qué no hay maripo-sas?” De esa observación infantil surgió uno de los pro-yectos más integrales e inteligentes sobre educación para el desarrollo sostenible que he conocido: “Panam-bí Rogá” (casa de mariposas en guaraní). Este proyecto educativo amplió la mirada sobre la variedad y hábitat de las mariposas, sobre las prácticas nocivas y el uso de pesticidas para la producción cítrica de la zona donde estaba la escuela, sobre el tipo de plantas que atraen a las mariposas, sobre el cuidado de la salud de la comu-nidad y del ecosistema, sobre la necesidad de incluir a las familias de la comunidad lindante, sobre la utilidad de convocar especialistas del INTA para transformar prác-ticas y sobre la capacidad de la infancia para aprender y transformar la realidad. ¿De qué se trata la educación para el desarrollo sosteni-ble? La educación para el desarrollo sostenible (EDS) es un enfoque pedagógico integral que busca formar a las per-sonas para que puedan tomar decisiones informadas y responsables en favor de un desarrollo sostenible para los seres humanos en convivencia con las demás espe-cies del planeta. La EDS promueve el conocimiento y la comprensión de la interdependencia entre los sistemas ecológicos, económicos y sociales, contribuyendo al de-sarrollo de actitudes, habilidades y valores necesarios para enfrentar desafíos globales como el cambio climá-tico, la pérdida de biodiversidad y las desigualdades so-ciales (UNESCO, 2017). La educación de la primera infan-cia se constituye como la etapa fundante y crucial para formar estos valores y construir una base sólida para un desarrollo sostenible (OMEP, 2010). Las expresiones “desarrollo sustentable” y “desarrollo sostenible” a menudo se utilizan de manera intercam-biable, tienen algunos matices y enfoques diferencia-dos dependiendo del contexto y la región. El Desarrollo Sostenible se refiere a un modelo de progreso que sa-tisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfa-cer sus propias necesidades. Este concepto se centra en el equilibrio entre el crecimiento económico, la inclu-sión social y la protección del medio ambiente. Fue po-pularizado por el Informe Brundtland de 1987, también conocido como “Nuestro Futuro Común”, publicado por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas. Los Ámbitos de Acción del de-sarrollo sostenible son: el económico, que apunta a pro-mover un crecimiento económico equitativo y eficiente; el social que fomenta la equidad y la inclusión y el am-biental que propone proteger y conservar los recursos naturales y los ecosistemas. El término de Desarrollo Sustentable, aunque similar en concepto, enfatiza la capacidad de los sistemas para mantenerse a lo largo del tiempo sin agotar los recursos disponibles. Se centra en la conservación de los recur-sos naturales y la capacidad de regeneración de estos recursos. Sus similitudes se fundan en que ambos tér-minos abogan por un desarrollo que considera las ne-cesidades del presente sin comprometer las de futuras generaciones, e incluyen componentes económicos, sociales y ambientales. La diferencia principal suele ser más de terminología y enfoque que de esencia, dado que ambos buscan un equilibrio sostenible a largo plazo. El concepto sostenible se asocia más con un enfoque equi-librado que busca armonizar el crecimiento económico, la inclusión social y la protección del medio ambiente, mientras que sustentable, tiende a poner más énfasis en la capacidad de regeneración y conservación de los recursos naturales. En resumen, mientras que “desarro-llo sostenible” y “desarrollo sustentable” se pueden utili-zar de manera intercambiable en muchos contextos, es válido reconocer los matices y preferencias regionales al elegir cuál término usar.